Si me quieres conocer un poco solo tienes que leer entre líneas...

sábado, 30 de diciembre de 2017

Te voy a echar de menos toda la vida, pero toda la vida seguiría cerrando la puerta de nuestra historia si tú llamaras al timbre de nuevo.
Porque al amor no le basta con querer, porque hay palabras que dejan cicatriz y besos que tapan mentiras. Ya sé que era amor, créeme que nunca he dudado de que me quieres, tanto tanto, como yo te quiero a ti, incluso ahora. La diferencia no es el fondo, sino la forma de querernos que tenemos: tan incompatible, tan pletórica, tan intermitente, tan a ratos, y tan de volvernos locos el uno al otro.
Es cierto que toda la vida van a faltarme tus cosas, que también eran mías, aquellas que eran nuestras y de nadie más. 
Creceré, me haré vieja, y me sentaré en una mecedora a recordar aquella época en la que caminé junto a ti por las nubes, sin sentir en mis hombros el peso de la rutina, de la vida. Porque tú eras la escapada perfecta, el sueño de una noche de verano, la resaca feliz, el olor a libertad, el aire en la cara viajando en moto, y el ataque de risa de un niño. Todo eso eras tú y todo eso me dabas. Pero jamás fuiste refugio, sino huida. Y cuando quise quedarme para siempre a formar un hogar, llegaron los problemas. Descarriló el tren, se convirtió el sueño en pesadilla, tuve pánico a chocarme y, finalmente, me estrellé.
Cerré entonces las puertas, las ventanas y lo que quedaba de mi corazón siniestrado.
Estábamos locos de amor, pero con querer no bastaba, además había que entenderse, completarse, respetarse, admirarse, sincerarse y, sobre todo, protegerse.

Desde entonces no tengo dudas: te dejé ir para que me buscaras, y acabé encontrándome a mí misma en la felicidad tranquila de no esperar a nadie.

lunes, 11 de diciembre de 2017

No sé si a ti te pasa, pero a veces yo no puedo evitar volver. Retroceder en el tiempo, ser lo que era, lo que ya no soy. A veces me sacuden tus fantasmas y entonces tú, ya no recuerdo tu voz pero sé que escuece. Luego todo desaparece, apenas dura unos segundos, la realidad me ha invadido el alma. Ya nada pesa. Ya nada duele. Ya nada nunca.

viernes, 1 de diciembre de 2017

"Cuando sepas de mí, tú disimula. No les cuentes que me conociste, ni que estuvimos juntos, no les expliques lo que yo fui para ti, ni lo que habríamos sido de no ser por los dos. Primero, porque jamás te creerían. Pensarán que exageras, que se te fue la mano con la medicación, que nada ni nadie pudo haber sido tan verdad ni tan cierto. Te tomarán por loca, se reirán de tu pena y te empujarán a seguir, que es la forma que tienen los demás de hacernos olvidar.
Cuando sepas de mí, tú calla y sonríe, jamás preguntes qué tal. Si me fue mal, ya se ocuparán de que te llegue. Y con todo lujo de detalles. Ya verás. Poco a poco, irán naufragando restos de mi historia contra la orilla de tu nueva vida, pedazos de recuerdos varados en la única playa del mundo sobre la que ya nunca más saldrá el sol. Y si me fue bien, tampoco tardarás mucho en enterarte, no te preocupes. Intentarán ensombrecer tu alegría echando mis supuestos éxitos como alcohol para tus heridas, y no dudarán en arrojártelo a quemarropa. Pero de nuevo te vendrá todo como a destiempo, inconexo y mal.
Qué sabrán ellos de tu alegría. Yo, que la he tenido entre mis manos y que la pude tutear como quien tutea a la felicidad, quizás. Pero ellos… nah. Pero tú aguanta.
Porque si algún día sabes de mí, eso significará muchas cosas. La primera, que por mucho que lo intenté, no me pude ir tan lejos de ti como yo quería. La segunda, que por mucho que lo deseaste, tú tampoco pudiste quedarte tan cerca de donde alguna vez fuimos feliz. Sí, feliz. La tercera, que tu mundo y el mío siguen con pronóstico estable dentro de la gravedad. Y la cuarta, -por hacer la lista finita-, que cualquier resta es en realidad una suma disfrazada de cero, una vuelta a cualquier sitio menos al lugar del que se partió.
Tú tranquila, que yo estaré bien. Me conformo con que algún día sepas de mí, me conformo con que alguien vuelva a morderte de alegría, me basta con saber que algún día mi nombre volverá a rozar tus oídos y a entornar tus labios. Esos que ahora abres ante cualquiera que cuente cosas sobre mí.
Por eso, cuando sepas de mí, no seas tonta y disimula.
Haz ver que me olvidas.
Y me acabarás olvidando.
De verdad." Risto Mejide