Si me quieres conocer un poco solo tienes que leer entre líneas...

lunes, 30 de mayo de 2016

“Contigo todo, sin ti nada”

George Pellicer

 

El debe no me cuadra con el haber, porque aunque haber hubo, debieron haber habido muchos más.

Te dije que no te odiaba, pues quien no odia no ama y cual buceador en apnea llegué a no odiarte durante casi diez segundos hasta que me faltó la respiración. Nunca dejé de odiarte, has de saberlo.

Nos entregamos con ahínco a la labor de perdernos y perdimos, sobre todo, momentos que compartir juntos. Quise creer, aunque sin demasiada convicción, que cortar el hilo que nos unía sería tarea sencilla sin tener en cuenta que en nuestro caso el destino obvió las madejas y decidió soldarnos el uno al otro.

Perdernos,… como si en algún momento hubiésemos tenido opción…

Decidimos tomar otros caminos con amores que no fueron, mirar para otro lado pero sin dejar de mirarnos, correr en direcciones opuestas deseando que fuesen círculos.

Y aquí estamos de nuevo, frente a frente, tomándonos de las manos, explorando el Universo a través de las miradas, dispuestos a retomar de nuevo la aventura de recorrer la vida de forma conjunta.

Hoy hice cuentas, y nos debemos besos.

domingo, 29 de mayo de 2016

NEGATIVO

Nunca pensé que un suspenso me hiciera sentir aliviada, ahora lo negativo ha pasado a ser positivo y mucho, supongo que la vida se habrá cansado de darme tantos sustos y palos y ahora toca un golpe de suerte, es gracioso como el resultado de algo que normalmente no le damos mucha importancia te hace plantearte la vida que has vivido en cuestión de minutos, y mas aun el futuro de esa vida que podría acortarse, pero calma, guardarse algo tan importante para dentro, para sí mismo, es algo que de por sí ya mata a fuego lento, suerte es que ya no tengo que guardarme nada porque ya no existe ningún peligro. Y estoy feliz y suspiro de alivio, damos carpetazo a casi dos meses sin dormir y le doy la bienvenida a el mejor sueño del mundo que es vivir, por que parece una chorrada pero ahora mi visión de la vida y de la mía sobretodo a cambiado.

Cada uno somos nuestro propio demonio y hacemos de este mundo nuestro infierno.... Oscar Wilde. 

sábado, 28 de mayo de 2016

Como buena nostálgica, mi mente viaja al pasado con cierta frecuencia, a veces involuntariamente, y se recrea en momentos que ya no es posible que se vuelvan a repetir. O en caso de repetirse, carecerían de las mismas condiciones únicas que los han hecho tan especiales como para añorarlos.

Se supone que la nostalgia, por la propia etimología de la palabra, es un sentimiento que va acompañado de dolor por la pérdida de algo que se ha tenido o vivido y que ahora no existe o ha cambiado. Yo soy una de esas personas que por suerte o por desgracia, invocan recuerdos de tiempos pasados para echarlos de menos, con su correspondiente dosis de tristeza pero también con la satisfacción de haberlos vivido.

Cuando pienso en el transcurso de mi vida me gusta hacerlo como si ésta fuese un libro, con sus capítulos y con muchas hojas en blanco todavía por escribir. Estos capítulos los van escribiendo conmigo las personas que se cruzan en mi vida: las que entran, las que salen, las que se quedan, las que ya son parte de mí, y las que nunca debieron estar. Hay personas que han protagonizado episodios muy importantes en mi libro y que poco a poco han ido desapareciendo de sus hojas, casi sin darme cuenta. Sin darnos cuenta. Y echo la vista atrás, retrocediendo varias páginas buscando el momento en el que las cosas cambiaron. A veces es fácil encontrar los motivos: familia, hijos, trabajo, o que simplemente cambiamos, y con nosotros cambian también nuestros intereses y las aficiones que podían habernos unido alguna vez con esas personas. Otras veces el motivo simplemente reside en una llamada que no se hizo, en aquel WhatsApp sin contestar, o en un “a ver si un día nos tomamos un café” que nunca llegó. Dejadez. Damos prioridad a otras cosas y comenzamos a descuidar a esas personas que una vez ocuparon un lugar importante en nuestro orden de preferencias. Quizás sea por creer que siempre estarán ahí esperándonos.

Y a veces esa nostalgia escuece, y retrocedes en el tiempo, deambulando por el laberinto de tu memoria preguntándote dónde fue, en qué lugar del camino os perdísteis de vista.

Cuando ya no hay nada que decir porque ya lo has visto todo, cuando aceptas las cosas por como son y no por como te gustarían que fueran, cuando por fin abres los ojos y dejas de estar ciega, y encuentras personas que están para absolutamente todo, lo bueno y sobre todo lo malo, cuando empiezas a ser un poquito más feliz por haberlas encontrado en el camino y cuando te gusta el camino que estas tomando y quieres seguir adelante, cuando no hay mas miedos que se interpongan, y quien quiera acompañarme tiene la puerta abierta y para quien no que no se quede en el umbral estorbando.

miércoles, 25 de mayo de 2016

Qué quieres de mi?

Merece la pena

Si cerramos los ojos y nos aislamos, podemos sentir de nuevo el alma huyendo del cuerpo, igual que aquel día en que morimos.
¿Nunca habéis muerto?
Buah, pues es la hostia, indescriptible, un subidón de adrenalina salvaje. Como un salto al abismo sin red ni salvación. Como un fuego cruzado y tú en el medio sin escudo. Como un colocón de jueves de hace 15 años. Como un polvo urgente con la ropa puesta en los baños del bar.
Merece la pena morir solo para sentir en los instantes previos lo vivo que estás.
¿Nunca os habéis sentido vivos?
Por favor, miraos al espejo y prometeos no morir sin antes haber sentido que vivís. Que el corazón amenaza con reventar las costillas para escapar del pecho. Que el pulso palpita en cada centímetro cúbico de vuestras venas. Que perdéis la conciencia y os dejáis llevar.
Merece la pena luchar con uñas y dientes, desesperadamente, por un instante así.
¿Nunca habéis luchado a la desesperada?
Como animales. De forma salvaje. Instintiva. Primaria. A dentelladas. Agarrando a la vida del cuello, clavando los colmillos, sacando las garras, dejando un rastro de sangre a vuestro paso. Supervivencia. Morir. Matar. Seguir adelante lamiéndote las heridas.
Merece la pena gritar muerta de miedo, desesperada, vaciarse de todo y volverse a llenar.
¿Nunca os habéis quedado vacíos?
Secos. Sin más lágrimas. Desconsolados. Acorralados. Enjaulados. Destrozados. Y entonces ventilas el corazón, abres de par en par el alma, vomitas las mariposas muertas y escupes el odio y el rencor. Y de pronto sonríes. Joder, que bonita era por dentro, no me acordaba. Y ya eres casa.
Merece la pena sentirse hueco cuando el plan es hacerse hogar para alguien.
¿De que os estaba hablando?
Ay, sí, de morir mil veces, de sentirse vivos, de luchar como animales, de aullar de dolor, de romper los pulmones a voz en grito, de llenarte de vida, de amar.
De vivir.

lunes, 23 de mayo de 2016

"La gente cree que un alma gemela es la persona con la que encajas perfectamente, que es lo que quiere todo el mundo. Pero un alma gemela auténtica es un espejo, es la persona que te saca todo lo que tienes reprimido, que te hace volver la mirada hacia dentro para que puedas cambiar tu vida. Una verdadera alma gemela es, seguramente, la persona más importante que vayas a conocer en tu vida, porque te tira abajo todos los muros y te despierta de un portazo."

Por eso, un alma gemela es una especie de salvavidas. Llegan por casualidad, o tal vez de manera intencionada, y te cambian para siempre. Te abren los ojos, te hacen ver lo que duele, lo que puede llegar a doler y lo que tiene un significado maravilloso. Sin embargo, con ellos al lado, nada duele tanto. Porque las personas que dejan huella no ocasionan daños permanentes, no se dedican a marcarte por que sí. Y, aunque pongan tu vida patas arriba y eso te incomode, si pones en tu diccionario la palabra SUERTE, aparecerán ellos.

domingo, 22 de mayo de 2016

"Encuentra lo que amas y deja que te mate"

A ti te encontré, ha pasado mucho tiempo, y me has matado tantas veces que yo no se que coño hago que aún sigo luchando por sobrevivirte. Y no te equivoques yo no quiero volver contigo ni hoy ni mañana ni nunca, porque volverías a matarme una y otra vez y yo seguiría ahí, y ya no quiero estar nunca mas ahí para ti, para que me sigas matando cada vez que te plazca hacerlo, que el cable se te cruce y un día me vuelvas a decir que ya no me quieres, como tantas otras veces me dijiste y otras tantas reculaste, pero ya no, ya no quiero que me digas mas nada, quiero que me dejes morir tranquila para siempre.
Todos me preguntan que vi en ti, me dicen que aspiro a mucho mas, me preguntan porqué tú, porqué todavía te quiero si se que tu a mi ya no, pero como explicar lo que ni yo misma sé, como explicar que a mi el amor no se me olvida de un día para otro, que por mas que yo quiera no quererte no es algo que yo pueda elegir, y todos me dicen que envidia ojala que alguien me quiera así algún día.
Para que querer a alguien que no te quiere, ojala se pudiera resetear el corazón y ponerlo a cero, o que alguna pastilla te hiciera ya no querer, o beber tanto que el alcohol te cure por dentro la infección, porque todos dicen si te quiere volverá, pero yo sé que tu a mi ya no me quieres y que no vas a volver, y de verdad que lo espero, que no vuelvas y que si lo haces yo lo haya ya superado, para no caer mas en ti, porque al final yo puede que algún día encuentre a alguien que me quiera como yo te quiero a ti, pero tú lo dudo. Y mira que no te deseo el mal, que ojala no sepas nunca lo se siente cuando quieres tantísimo a alguien que un día te quiso y ya no más.
Nunca necesitaste dejar huella para marcar la diferencia; sin embargo, yo enmarqué todas ellas, o al menos las que yo consideraba que eran, porque también hay huellas de carne y hueso.
Y aquí sigo… con la vista hacia la ventana de lo que un día nos prometimos, siendo retumbada por el tic tac de la aguja del reloj en cada segundo que deja, me le quedo observando fijamente a la ensordecedora esfera, siento que me pregunta «¿Qué esperas?,» no veo la hora en que marques la diferencia, le dije.

viernes, 20 de mayo de 2016

Besos extraviados

“En un beso,
sabrás todo lo que he callado”
Pablo Neruda

Se vinieron a vivir en mí.

Una legión entera, al principio intenté contarlos, luego desistí. Venían solos, en parejas, en grupos. Del mar, de la montaña, del desierto, de pequeñas aldeas casi desconocidas, de ciudades inmensas. Llegaban de madrugada, a media tarde, en mitad de la noche, a la hora de la siesta. Algunos corrían, otros arrastraban su pena, o reptaban, o andaban de puntillas para no hacer ruido, los más se dejaban guiar. Agotados, cansados, perdidos, desorientados, llenos de esperanza.

Les acomodé en mi pecho.

No se me ocurrió mejor lugar para ellos, así que ventilé bien mi corazón, abrí las puertas y ventanas de par en par, y les preparé un hogar cálido, agradable, confortable, mullido. Fueron entrando con mucho cuidado, avergonzados unos, desconfiados otros, indecisos todos. Era curioso, cuantos más llegaban, más hueco había, cuantos más me invadían, más ligera me sentía, cuanto más les daba, más de colores pintaban mi interior.

Escuché sus batallas perdidas.

Hablaban de dudas, de decepción, de engaños, del eterno quiero y no puedo o puedo y no debo, de luchas de cabeza y tripas, de cobardía, de inseguridad, de momentos inoportunos, de fracasos por adelantado. De fantasmas y monstruos y abismos. De humanos volviendo a tropezar una vez más. De valientes con alma de cobardes, de lobos escondiéndose de Caperucita, de pieles de cordero como disfraz. De miedos ancestrales. Del último instante y el paso atrás. De esconderse en los baños de los bares, de huir tras el humo del cigarro, de naufragar en el fondo de las copas. De magia rota y felicidad desmoronándose.

Volvieron a empezar aún con más fuerza.

Se especializaron en más de cien millones de motivos, en esas causas que una vez creímos perdidas, en todas las palabras del mundo, en pupilas que aún brillan, en seguiremos adelante.
En besar sus rodillas magulladas, en hacer de tiritas de colorines cuando se cae en el parque, en convertirse en sábanas antibalas para protegernos de las brujas que vienen por la noche a colarse en la cama, en te quieros adormilados y juguetones, en todo saldrá bien entre abrazos bajo las mantas en el sofá cuando la vida duele, en risas y luchas de almohadas y cosquillas en la nariz y en la tripa.
También a veces en te necesito, en no me faltes nunca, en calla la boca de una vez y sudor y caricias y respiración entrecortada.
Saben estar en el momento justo, saben decirlo todo sin necesidad de decir nada, saben cruzar kilómetros de mar y borrar distancias de un plumazo, saben proteger y querer y cuidar y acompañar.

He prometido que nunca se perderán otra vez.

Un día fueron besos extraviados, olvidados en mitad de una guerra, de un miedo, de un por qué, de un nunca más.

Ahora, hablan por mí.
Son mi voz cuando no me salen las palabras.
Son mis brazos cuando el abrazo no basta.
Son mi cuerpo cuando el escudo no sirve de nada.

Soy yo diciendo aquí estoy cuando te haga falta.

jueves, 19 de mayo de 2016

¡Soñé contigo! creo que no me escuchas pero yo te puedo sentir. Absurdo y divino consuelo éste que me desborda en un cerrar de ojos. No importa si estoy despierta o dormida el escenario junto a ti siempre es el mismo, porque no me basta solo pensarte o escribirte felicidad cuando lo hace la noche, el amanecer y la media tarde, siempre existe un lugar para nosotros.

Dime que me escuchas, que tanto silencio ha valido la pena, que tus días como los míos están incompletos. Porque no existe instante en el que despierte sin ti entre las pestañas, tú siempre colgando de mis párpados que no hacen más que cerrarse para guardarte muy dentro. Aquí todo es calor entre mis dedos, seguramente es la fantasía que me hace sonreír imaginándote sujetándome las manos en todo momento.

Bien aseguran que soñar no cuesta nada y sin embargo está carencia física que me mata de a poco grita desesperadamente mi ahínco por sentirte en carne y verso. Soñar no cuesta nada y tú sigues siéndolo todo. La única verdad es que no sé soñar si no es contigo. Nada tiene que ver el insomnio, ni la obscuridad o la luna. Aquí siempre te haces marea sin necesidad de que suban las aguas. Si tú supieras la de veces que me he sorprendido con el cabello revuelto y la piel húmeda, a veces perfumada con olor a café, otras a tinto y otras tantas a ti, invitándote a sumergirte en lo profundo de mis abismos.

Me queda claro que el mundo está en las manos de aquellos que tienen el coraje de soñar y la valentía de correr el riesgo de vivir sus sueños sin importar la hora que marque el reloj, es más ni siquiera es necesario cerrar los ojos.

Mis sueños están hechos de ti con o sin las alas puestas que me elevan haciéndome surcar un cielo de nubes blancas y querubines. Mis sueños contigo están hechos de sal, arena y amar, de hojarasca y otoños queriendo hacerte primavera en todas mis estaciones.

Que duerman los que necesitan descansar, yo seguiré bailando con toda esa música de fondo regalo de tu voz, eco de todas tus palabras. Suplico el privilegio de encontrarme contigo sin saber con certeza cuándo, cómo o dónde. Mientras tanto que sea así, en la utopía de una realidad no vivida, entre la agonía y la melancolía que provoca la falta de tu mirada. Que nunca te acabes, que nunca te vayas, que siempre pueda encontrarte en la infinita posibilidad que me dan éstas dos palabras… soñé contigo.

tengo miedo, tengo miedo de verte y no poder ni tocarte, de que me mires y no sea como antes lo hacías, miedo de querer besarte y tener que contenerme, porque qué podría hacer yo aparte de quedarme con las ganas de un abrazo tuyo, de hablar contigo un rato incluso, pero que mas da no? saber que estas ya por aquí no es algo que agrade, prefería que estuvieras lejos, mas lejos de mi de lo que ya lo estas, fuera de mi alcance.

miércoles, 18 de mayo de 2016

Mío


Mío. Sólo mío. Más mío no puedes ser. Y no porque yo te lo diga, sino porque así lo has decidido tú.
Ese mío tan tuyo del que me he enamorado. Pero no es un mío de tenerte aquí atado conmigo. Es un mío que nada tiene que ver con la posesión. Porque contigo he aprendido que con la puerta abierta nadie se va. Porque contigo ya no soy lugar, sino destino. Porque mi máxima aspiración es convertirme en tu hogar, ese sitio al que siempre quieras volver. Aún cuando en la planta de tus pies traigas arena de otro mar...
Si quieres a alguien, no es que lo dejes libre es que lo quieres ver volando cada vez más alto, cada vez más lejos, más allá. Por eso, siempre que vuelves a mí lo haces no sólo porque quieres, también porque necesitas que te vuelva a atrapar. Sabiendo los dos que esta conquista se renueva cada vez que nos volvamos a encontrar..

martes, 17 de mayo de 2016

 “¿Alguna vez has calculado la distancia entre lo que quieres y lo que necesitas?¿Has hecho todo lo posible por acortar esa distancia?¿Alguna vez has calculado la magnitud de la pérdida que conlleva esa decisión?¿Alguna vez te has preguntado dónde va el tiempo que se pierde para siempre? Y, si huir fuese imprescindible, ¿hacia dónde dar el primer paso?”

Apariencias

Mantenemos las apariencias, ausentes pero presentes, inconsciente o conscientemente, a la espera, de que? No se exactamente, yo, que todavía no he sido capaz de meterte en una caja y guardarte bajo la cama a que cojas polvo, que vigilo la puerta sin que se note, que paseo siempre pendiente de los coches, que escribo para desahogarme lo que no hablo con nadie, porque estas prohibido, eres el tabú que nadie quiere nombrar en mi presencia, aún que llevo tu nombre debajo de la piel escondido, yo que en cada momento feliz noto tu ausencia, y en cada triste la noto el doble, yo que tengo pesadillas constantes con que me olvidas del todo, y tú, tan tú, tan orgulloso o más que yo, tan no se que estará pasando ahora por tu cabeza, tú, que sin hablar ya lo dices todo y no dices nada para no preocupar a nadie, tú tan que no se a que esperas..

Vivimos en la extraña contradicción de saber que nada importa y al mismo tiempo sentir que cada segundo es un precioso tesoro. Y no hay escapatoria.

Guardarse las cosas que sentimos solo nos sirve para hacernos más daño a nosotros mismos, y no hay nada peor que engañarse a uno mismo.

Que te echo de menos es algo que no puedo evitar, pero espero poder algún día superarlo, y darme la oportunidad con alguien a quien no me de miedo decirle que lo echo de menos cuando lo necesite decir.

domingo, 15 de mayo de 2016

Vamos a soñar

Hay momentos en los que debo mirarme en mi propio espejo y juzgarme a mí mismo, no a través de ojos que me quieren por tanto, sí, debo cambiar muchas cosas, ni siquiera sé si tendré el tiempo suficiente para mejorar, pero desde luego, la gente que me quiere tal y como soy hoy, merece una mejor versión de mí. Y yo también.

Hay algo irónico en un jugar sin reglas cuando ya has jugado, es imposible formatear recuerdos y sentimientos. Así que vamos a proponer algunas.
Vamos a dejarnos llevar con la valentía que supone conocer ya este terreno, esta vez. Vamos a sujetar ese instinto que intentará saltar sobre nosotros para protegernos de un daño seguro en esos momentos de lúcida realidad que llegarán. Sujetarlo y amordazarlo. Vamos a ver de qué somos capaces, qué hay más allá de la línea que separa el tenerlo controlado del no tener ni puta idea de qué vendrá después. Vamos a caminar solos un rato.
Vamos a no presuponer hasta sentir. A no mezclar lo material a destiempo. A no caer en la cuenta sin tener antes los datos, a no anotar cada error en la libreta de posibles rencores.
Vamos a decir que tenemos miedo. Vamos a no fingir sentimientos. Vamos a permitirnos abrir los ojos sin tenerlo todo visto, a escuchar sin música de fondo.
Vamos a observarnos encajando los defectos del otro, a observar al otro cuando le mostremos los nuestros. Sin más. A reírnos sin filtrar, a mosquearnos si nos duele, pero nunca a recular. A querernos a destiempo, que es como es la vida, pero a no importunar, a dejar hacer antes de hacer, a besar si hay que besar y morder siempre en el cuello, sin sangre pero sin tiento, sin dudas, hasta sin aliento, sin más objetivo que este puto momento.
Vamos a dar nuestra palabra porque es lo único que tenemos, a confiar en el otro porque sabemos que él lo hará. A tenernos, a contarnos, a esperar si hay que hacerlo, a saber que se nos esperará.
Vamos a saltar por encima de los cadáveres que este mismo juego ha dejado otras veces, no hace falta olvidar, no hace falta perdonar, pero que no nos manche ahora, vamos a no contaminar.

Y ya lo sabíamos, lo sabemos, hace falta estar loco, todo esto es triste porque sólo es un vamos a soñar.

sábado, 14 de mayo de 2016

Soy las heridas que he tenido y los golpes que he recibido.
Soy las decisiones que he tomado y las oportunidades que he perdido.
Soy lo que he aprendido, lo que la vida ha hecho conmigo, y también soy lo que yo he decidido ser.
Soy lo que soy por las cosas que viví y pase.
Ya no soy nada de lo que era ayer, porque mas que los años, son los daños los que nos ayudan a crecer y a aprender.
después de un tiempo te das cuentas que no necesitas a nadie que no te necesite, que hay personas que son tan egoístas que creen que solas están mejor, te das cuenta de que aparecen personas que aunque no tienen porque necesitarte eligen hacerlo, y que al final lo que cuentan son las personas que siempre están ahí aunque no tengan la necesidad de estar, que aunque puedan estar en mil sitios prefieren estar a tu lado, personas que aunque pasen los años, la vida cambie y todo eso, seguirán ahí, porque siempre lo han estado, porque han tomado esa decision de querer compartir su vida contigo, o que tu formes parte de su vida, y al final es eso, son esas las personas que de verdad merece la pena conservar en nuestras vidas, aquellas que elijen necesitarnos en sus vidas, ya sean familia, amigos, parejas, solo hay que saber distinguirlas del resto.
Tengo la extraña sensación de que algún día me echarás tanto de menos que me vendrás a buscar, no se cuanto tiempo va a pasar hasta que ese día llegue pero tengo muy claro que algún día estarás en tu cama y algo hará que te acuerdes de mi, y vendrán a tu mente mil sensaciones y remordimientos y otra vez tendrás ese nudo en el estómago, quien sabe, lo mismo ese día llegues y te encuentres la puerta cerrada.

viernes, 13 de mayo de 2016

Al diablo

Al diablo con todo.
Al diablo con los te quieros enlatados, con los abrazos que se convierten en abrigo desconocido, con los ojos desviando la mirada, con las bocas que ya no se reconocen. Al diablo con los paseos agarrados de la mano, con mi voz estrellándose contra un muro, con intentar ser quien no sé, con caminar de puntillas para no despertar a los poetas. Al diablo con los monstruos, los fantasmas, el miedo, los trenes que nunca cojo, los abismos que nunca salto, las piedras que nunca esquivo. Al diablo con la angustia en la tripa, las mariposas que se han vuelto larvas aburridas de esperar, los celos alojados en mi cabeza, mi alma desbordada.

Hola, te escribo esta carta
porque no he tenido el valor
de llamarte. No te preocupes.
Ya sé que estás confundida, y yo,
bueno. Yo sólo sé que cuando
tú sonríes el invierno se espanta
y llenas de verano toda mi vida.
Te he escrito versos que no he
escrito y he escuchado tu voz
en mi mente, sin necesidad de marcar
tu número de teléfono. He visto a las
margaritas deshojarse solas,
y tirar todos sus “sí” por el camino
que tú pisas, para que no dudes
–ni un segundo más–, en regresar.

Al diablo con todo.
Al diablo con estremecerme si me nombras, con aguantar la respiración al oír tu voz, con sentirme chiquitita cada día. Al diablo con mi corazón acorazado, con la piel a cero grados, con los silencios que gritan y convierten centímetros en distancias insalvables. Al diablo con vivir en una guerra, con no descansar ni ser nunca trinchera, con buscarte armada hasta los dientes por si acaso. Al diablo con el cielo sin infierno, con ser ángel de alas rotas, con bailar con tus demonios, con las jaulas de barrotes hechos de oro. Al diablo con el frío en primavera, con las tormentas rompiendo en mi interior, con el fuerte oleaje de tus ojos y tus manos.

Ahora que no estás, se me ha hecho vicio
ver tus fotografías y engañarme pensando
que verlas, es otra forma de tenerte.
Desde que partiste
tengo el alma sedienta y esta cama…
Esta cama sin ti sólo es un colchón
donde torturo todas las noches mis sueños
que siempre están aunque esté despierto
en medio de madrugadas que nunca llegan,
y no hay ni uno sólo, créeme,
que no lo protagonices tú.
Tengo miedo de llamarte y escuchar de tu voz
que mandas todo al diablo, y que de pronto
y por accidente se dispare de tus labios
esa bala que ha matado en vida
a tantos amantes: el adiós.

Al diablo con todo.
Al diablo con mis sentidos que me engañan, y al amanecer me parece verte sonriendo en el lado vacío de esta cama. Al diablo la rabia que se aloja en mis entrañas, el escalofrío recorriendo mi espina dorsal cuando irrumpes sin permiso en mis recuerdos. Al diablo las ganas, la necesidad, el deseo, mi corazón traidor que vuelve a latir si te pienso. Al diablo los libros que leímos, las canciones que bailamos, el tiempo detenido en el instante en que huí quién sabe dónde. Al diablo los por qués, los motivos, las razones, las certezas. Al diablo las preguntas, las dudas, las respuestas. Al diablo la constelación de estrellas de tu espalda, mis dedos sustituyéndote, lo mucho que me faltas.

He dejado mi alma
enredada entre tus sábanas
y mis labios me han preguntado
hoy por tu piel. Mis letras
me dijeron que tu vida y tu mirada
son lo más hermoso que han besado
en toda mi existencia, y este corazón
no hace más que repetirme en cada latido
que estás más hermosa que ayer,
y que nunca, y que siempre,
y que no le importa que lo hayas destrozado.
Las yemas de mis dedos están
hambrientas y desesperadas por deslizarse
por todo tu cuerpo y mis brazos…
Mis brazos tiemblan esperando
el momento de abrirse, por si decides volver.

Al diablo:  Contigo.

Postdata:  Te amo.

miércoles, 11 de mayo de 2016

No quiero que llores. Por favor: no llores más.

No quiero ver esos ojitos preciosos y expresivos consumidos por una pena que ni es innatamente tuya ni te pertenece por adquisición. Tus ojos fueron concebidos para ver cómo se fuga el sol por horizontes interminables, para perderse en el rugido de un rompeolas furioso de belleza mientras planean despacio las gaviotas, para que hagan juego con esa sonrisa brillante y cautivadora capaz de derribar muros tan altos y ásperos como el de mi desconfianza.

Escucha. Llevan miles de años los hombres filosofando sobre el sentido de la vida, sobre el por qué estamos aquí y sobre a quién corresponde estarle eternamente agradecidos por ello. Es difícil, por tanto, que ahora sepamos tú y yo qué hacemos hablándonos, o qué tipo de “efecto mariposa” nos llevo a encontrarnos. Ya de por sí es complicado que coincidan tiempos y espacios, pero es más difícil aún compenetrarlos con la circunstancia adecuada para que eso sucediera. Hay veces en las que uno quiere y no puede, otras en las que uno podría pero no lo ve adecuado, otras en las que ambos no están por la labor y otras, por fin, en las que sucede magia… y en tu forma de mirar hay todo un universo de ella. Doy fe.

No llores: no deseo que se enturbie esa magia y me deje los trucos al descubierto, por más que barrunte que los hay. “Has sido difícil de enamorar”, dijiste con voz tristona al otro lado del teléfono. Y tienes razón. A ciertas edades ya es complicado que uno vuelva a creer en la magia. Tenemos la espalda marcada por las decepciones y apenas esperamos ya la caricia comprensiva, el gesto tierno o la sonrisa desinteresada. Amamos por necesidad propia y con muy poca comprensión. Estamos curtidos de “tequieros” baratos que hoy se le dan a uno y mañana a otro, y juzgamos con crueldad el cariño ajeno sin interiorizar lo egoísta que es el nuestro.

A veces se nos complican las cosas. Incluso aquellos proyectos que uno comienza con toda la ilusión del mundo se pueden acabar quebrando: quien dice proyectos dice amistades, dice parejas, dice vida… Solemos apostar con la confianza de lo que debería ser y habitualmente perdemos con la crudeza de lo que realmente hay. Elaboramos ídolos de barro, pero el problema es nuestro, no del ídolo. Cambian las personas, cambian las circunstancias y cambian los motivos. Y como lo hacen sin avisar vivimos en un continuo proceso de adaptación que, en ocasiones, nos termina arrastrando a una enorme pérdida de tiempo.

No nos sobra el tiempo. No. No nos sobra el tiempo de la caricia, del beso y la charla, de la sonrisa zalamera y el guiño, del sexo apasionado por puro placer, de buscarnos casi constantemente y sin necesidad sólo por sentir ese pequeño placer de escucharnos. No nos sobra el tiempo del repeluco con la palabra insinuante, del sonrojo con la indecente y de la candidez con la dulce. No nos sobran amaneceres, ni vino y rosas, ni cenas con amigos de verdad de esos que no te utilizan sino que te elijen. No nos sobran viajes para llenar mil tarjetas de memoria, ni chistes a consta de tonterías cotidianas, ni espontáneos cachetazos en la cocina preparando el almuerzo.

Lo que nos faltan son tardes de playa esperando a que anochezca en la orilla, y cervezas en tascas ruidosas que no visita ninguna inspección, y kilómetros de coche cantando, y miradas que derriten acero, y domingos de lectura en el sofá, y celebrar juntos un título de fútbol con las caras pintadas. Nos faltan un osobuco en Milán, un mojito junto al Malecón, palomitas y refresco en el cine, cuscus comido con las manos y un dorado ocaso sobre el Arno mientras nos arden las pupilas de nostalgia. Nos faltan sobrinos abrazados a las piernas diciendo“porfa, porfa, porfa” para que no marchemos a casa, y noches contemplando las estrellas, y risas mientras tuiteamos juntos en la cama, y bizcochos quemados en el horno porque nos descuidamos haciendo“nosequés”, y paseos entrelazando los dedos con el mismo amor profundo con el que se besa a un hijo.

Por eso no quiero que llores. Piensa si es realmente necesario llorar por cosas que, en realidad, son accesorias y no merecen la pena. Hace poco me dijeron que“las cosas son sustituibles”, y cuánta verdad hay en eso. Aunque tuviéramos la posibilidad de vivir mil vidas llenaríamos todas ellas con cosas diferentes, pero ni tú ni yo volveríamos a estar en ese mismo instante en el que se cruzaron nuestras miradas por primera vez y contemplamos destellos desconocidos hasta entonces.

El tiempo pasa, y las olas rugen, y el viento aleja todo lo que encuentra a su paso, pero tú sabes que cuando sientes pena yo estoy aquí. Aprovéchalo. Sabes que hago de la espera un lema de vida y de la paciencia un arma muy poderosa, pero no subestimes al tiempo. No te fíes de él, porque pasa igual para todos pero no sabemos cuándo se agotará el nuestro.

No llores ni un minuto más por cosas o personas que te hagan infeliz. Es todo tan efímero, tan volátil y tan frágil que quizás mañana ni siquiera estemos, ni siquiera seamos. ¿Merece realmente la pena llorar?

Te digo esto porque lo pienso y porque lo siento, pero te seré muy sincero: ni siquiera es solamente por ti. No es por ti. No lo es. Por una vez y sin que sirva de precedente te lo digo por puro egoísmo: por mí. Sí, porque se me resquebraja el alma de impotencia cuando te oigo llorar por miserias ajenas, y no puedo permitirme escuchar como solloza una persona tan bonita como tú.

Así que, por favor, no llores.

Ven que te abrace y paremos ese miserable tiempo de una maldita vez.

domingo, 8 de mayo de 2016

Sé que uno es el malo de la historia
dependiendo del punto de vista desde el que se le mire.
Por eso intenté darle la vuelta a todo,
intenté ver que yo no tenía que ser el bueno  solo por haber acabado más triste.
Intenté ver que es que fui algo pesado,
que no entendí que hay gente que empieza a querer,  pero que su vida sigue.

Intenté ver que fui un poco exagerado,
que no seguí los tiempos que generalmente se exigen.
Intenté ver qué reglas me había saltado,
de esas que nadie cumple, pero que siempre se dicen.

Pero no vi nada.
Me siguió pareciendo que por mucho que dijeras no me quisiste.
Y en todas las historias el malo
es el que impide
que todo salga como tiene que salir,
como el público en general pide.
Y por mucho que intenté ver si yo impedí algo
no vi más que continuidad en lo mucho que te quise.
Enfadarme si tú no me querías
era como protestar cuando se va el sonido en el cine.

Puede que tú me veas
como el que se empeñó, por tener prisa, en que el final fuera triste,
como el que quiere llegar al final demasiado pronto
sin que el argumento entre medias lo explique.
Pero yo soy incapaz de verlo así,
para mí vivir deprisa no quiere decir que el final se anticipe.
Para mí ir deprisa implica
que hay más cosas que se viven.
Y querer vivir más con la persona que se quiere
no puede ser malo, se mire desde donde se mire.

viernes, 6 de mayo de 2016

Cómo lo haces?

Que envidia, cómo lo haces? Como haces para olvidarme tan rápido? Porque yo también quiero, olvidarme y olvidarte, como lo haces dime, como haces para no obsesionarte porque no te hablo ni tu tampoco, cómo lo haces?, como haces tan fácil el ignorar la existencia de alguien que estuvo en tu vida tanto tiempo, de verdad dime como lo haces, porque yo quiero poder hacer todo eso y no me sale, no me sale no buscarte por todas las partes de mi cuerpo a ver si te encuentro escondido en algún rincón, y cómo no, siempre te encuentro en mis pensamientos, saltando en cualquier momento y por cualquier cosa, cómo lo haces, como haces para que nada te importe, como haces para dormir cada noche, tranquilo, como lo haces para seguir soñando, como lo haces para que todo parezca fácil, cómo lo haces para no echar de menos hasta cualquier cosa insignificante, como lo haces? Como se deja de querer a alguien, dímelo, porque yo no puedo más, la vida se me esta haciendo eterna..

martes, 3 de mayo de 2016

Me has calado muy a dentro de mi, para que negarlo, para que negar que te echo de menos, para que negar que aún te quiero y que no se que hacer para olvidarte, y mira que lo intento, para que negar que cada día dedico un rato en pensar en ti y en imaginar que tal estas y como te va, espero que mejor que a mi la verdad, aun que eso seguro, espero que la vida te trate mejor de lo que lo haya hecho yo, y se feliz, yo al menos lo estoy intentando.

lunes, 2 de mayo de 2016