Vivo en esa agonía constante que aparece en los días que no sabes si el amor de la vida que llevas ahora te va a decir que no quiere volver a verte, o te repite que quiere hacerlo toda la vida.
Así son mis noches sin dormir. A un parpadeo de rozar el techo con las pestañas desmaquilladas.
Vuelven a irritarme las canciones alegres. Son como tu voz susurrando que ya no más después de aquel intento de sincronizar las ganas con lo que viene después, mientras me mirabas y te repetías una y otra vez ‘’ese no era el plan’’.
Ese no era el plan. Ese no era el plan. Ese no era el plan.
Por qué parece que todo lo que hago lo hago para perderte.
Quisiera ser tan bonita como una rosa estrujada en una mano inocente y parecer así mucho más viva.
Soy una paliza rebobinada en un callejón oscuro, unos labios secos y agrietados indivisibles, la reminiscencia garantizada.
Soy lo suficientemente fuerte como para hacer equilibrios sobre un alambre de espino, pero me tapo los ojos por si te veo venir.
Vértigo es estar a tu lado y no perder la compostura.
He vuelto a escribir. Igual es que ha vuelto a doler lo suficiente, solo que esta vez permanezco. Será porque estoy cansada de huir.
Mira, no es que haya cambiado, es que contigo puedo ser como soy. Y no sé para qué me molesto en decir que no tengo miedo si por fuera estoy tiritando.
Aún no te has ido y ya nos echo de menos. Pero cómo repetirte que te quedes si yo en tu lugar ya me habría ido de aquí.
Veréis, no es que haya dado por acabada la guerra, es que me siento en paz conmigo misma cuando estoy con ella.
No hay comentarios:
Publicar un comentario