Vamos a dejar de engañarnos.
La culpa nunca la han tenido los metros que nos empezaron a distanciar. Fuimos nosotros en ese afán por construir la montaña más grande del mundo en decepciones.
Nunca pronunciamos el adiós definitivo pero hay despedidas que no hace falta vivir para saber que van a ser las menos duras, las más inquietantes, las definitivas.
Vamos a dejar de mentir(nos).
La culpa no es del asfalto que ya no vamos a recorrer para vernos.
La culpa es de los corazones, que ya no quieren entenderse..
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