Me fatigan los 100 metros lisos que separan mis celos de mi objetividad.
Te esperan otras manos, y lo temo.
Quizá ni siquiera te esperen, pero yo me atormento. Puede que sólo falte tiempo, pero hoy me da miedo.
Me prometo no pensar, y creer realmente que vas a caminar siempre con las manos vacías, no sé si siendo egoísta, o pensando que algún día tus manos aprendan a leerme.
Te odio casi tanto como te quiero, y ya no sé ni cómo ni cuánto ni por qué te quiero, ni por qué estas ansias entre el estómago y el pecho. ¿Me aparto, me largo o me quedo?.
Siempre decido correr hacia atrás antes de la salida, tropiezo cuando te veo, y vuelvo a quedarme esperando yo que sé qué milagro que te haga darte cuenta de que tu sitio está donde sonríes.
Para volver a volver, alejando toda esperanza cuando te pienso en otras manos y vuelve a arañarme la piel.
Y ya no sé decirte adiós,
ni te quiero,
ni me iré.
Ahora vivo atrapado en 100 metros,
para volver a volver.
No hay comentarios:
Publicar un comentario