La soledad es necesaria. Es un hecho, no se trata de ninguna cuestión. La soledad es tan necesaria como respirar. Ponerte tapones contra la muchedumbre, para sólo escuchar a tu alma, incluso aunque de fondo esté la playlist del momento para tu estado emocional indefinido. Mirarte al espejo los defectos, sin prejuicios, sin reclamos, y sólo amarlos.
A veces es necesario esconderse de todos, que ningún despistado te mire, que ningún curioso te piense.
Despeinarse también es quererse, abrigarse en el frío de una casa vacía, cuando el sol quema fuera. El placer de dedicarse tiempo, sin pensar en nadie, o pensando en todos, pero solo.
La soledad también se echa de menos, andar descalzo, la tranquilidad de no tener que fingir nada, no soñar, dejar pasar las horas sin más.
La soledad es necesaria, como pasear por donde siempre como si fuera la primera vez, fijarse en cada detalle por insignificante que parezca, amar la rutina, ver tu ciudad desde los ojos de un extranjero, disfrutar de una canción que te trae mil recuerdos.
Siempre hay tiempo para quejarnos, las obligaciones, los compromisos... Y dónde queda la respiración calmada, la mirada perdida, disfrutar la melancolía, olvidar el reloj, sentirte el alma, dejar las prisas...
La soledad es necesaria. Es un hecho, no se trata de ninguna cuestión.
Si me quieres conocer un poco solo tienes que leer entre líneas...
miércoles, 20 de julio de 2016
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