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lunes, 1 de octubre de 2018

Para aprender a querer, como siempre se dice, debemos saber querernos. Querernos de verdad, querernos fuerte, querernos solos, querernos hasta que no queramos ni necesitemos que nos quieran, querernos como si nunca fuera a aparecer la persona ideal, y querernos lo suficiente, para que si no aparece, seamos felices igual. Para aprender a querer hay que aprender a sentir desde cero y olvidar lo que vemos, oímos y aprendemos a nuestro alrededor desde niños. Olvidar las discusiones, los celos, la desconfianza y el tener la guerra en casa. No me jodáis, eso no son cosas normales de relación, tan solo una excusa que usáis para alargarlas. Ese amor tóxico es el día a día de muchas casas, hasta pasar por la vida de puntillas de la mano de lo que nunca será más que compañía. Para aprender a querer hay que ser amigo antes que amor, hay que ver sonrisas antes que cuerpos, hay que abrazar la amistad entre hombre y mujer, hay que creerla, sentirla y tenerla. Hay que querer a una amiga como si una lágrima de tu sangre cada vez que ella llorase te corriese por las venas. Porque el día que quieras, de verdad, si es que algún día llegas, ella será tu amiga, tu compañera, tu amante, y esa chica que deseas.
La soledad no es la enemiga,
es la necesidad de no estar solo la que causa todas las heridas,
e irónicamente parece ser,
que todo el mundo quiere,
sin aprender a querer.

@rufiexposito

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