Llegar a casa y respirarte como forma de salvación, imaginar tu olor cuando estás a kilómetros se ha convertido en un juego, juego que pasa a necesidad cuando las agujas avanzan y te recuerdo con la facilidad de quien tararea canciones bajo la lluvia, de vuelta a casa desde ningún lugar.
Imaginar tu calor cuando tu ausencia ya quema, cuando aún imagino tus dedos en mi boca, en mi piel y mi espalda pegada al colchón es algo con lo que cuento.
Y lo único en lo que puedo pensar es la jodida suerte que tuve de conocerte, y quizá por casualidad.
Mi destino ya cuenta con tus manos los días para encontrarnos.
Que mis pies, ya conocen el camino hasta ti sin saber dónde estás.
Que mi sabor preferido ha sido la cereza y tú, siempre tú.
Que mis pies, ya conocen el camino hasta ti sin saber dónde estás.
Que mi sabor preferido ha sido la cereza y tú, siempre tú.
Todo esto, no puede salir mal cuando es el azar quién dirige y yo, a ciegas, me dejo guiar hasta ti.
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