"No digas nada, no es el momento. Deja que te bese despacio mientras acaricio tu nuca. Ya sabes lo que quiero.
Guarda silencio, te lo ruego. No repitas las palabras que yo misma te prohibí que dijeras y acaricia mis pechos sobre la blusa mientras me pego a tu cuerpo.
Abrázame fuerte, no dejes que me aleje. Aunque la duda haga temblar mi cuerpo y no sea del todo consciente de lo que estoy haciendo.
Desnúdame, despacio. Arranca una a una las prendas de ropa que cubren mi cuerpo y hazme olvidar por un momento que no son sus manos las que desvisten lentamente cada uno de mis miedos.
Muérdeme, aunque me duela. Aprisiona entre tus dientes mis pezones y finge que no ves que de mis ojos brota una lágrima suicida que quiere besar tu boca y la mía sabiendo que, con esa caricia, se mezclará con nuestra saliva.
Recorre mi cuerpo. Besa, lame, muerde y acaricia cada centímetro de mi piel desnuda que ansía sentir cómo la sangre me arde y la piel, de frío, se eriza.
No tengas miedo, yo he dejado de sentirlo, y que ahora sea la locura de nuestros cuerpos la que domine a la cordura de los sentimientos.
No quiero pensar, no quiero recordar cuánto le echo de menos. En esta noche sin luna tan solo quiero arrodillarme frente a ti y no disculparme en ningún momento por llevarme a la boca tu sexo y recorrerlo, con ansia y deseo, usando mis labios y lengua para endurecerlo.
Mírame, no quiero dejar de hacerlo. Y por eso no aparto la mirada del fuego de tus ojos aunque no encuentro la magia de sus ojos pardos en ellos.
Apártame, dame la vuelta, apoya mis manos en la pared y utiliza mi espalda como lienzo en el que pintar esas promesas de amor que jamás cumpliremos. Ni diremos.
Quédate callado, no digas mi nombre, utiliza tu lengua para lamer mi sexo y que sean mis tímidos gemidos los únicos que rompan el silencio.
No seas delicado, quiero sentir tu deseo. Estoy cansada de sentirme la frágil chica a la que todo daña y nada alivia, la tonta a la que las palabras le hacen herida y no encuentra hechos que poder usar como tirita.
Fóllame, eso quiero. Túmbame en el suelo y deja que caigan sobre mi pequeño cuerpo tus 75 kilos de peso. Acepta la invitación de mis piernas abiertas y hazme tuya, con fuerza. Embiste mi sexo con toda la dureza que te permite el miedo a hacerme daño, mientras mis labios besan tus clavículas antes de empezar de nuevo la guerra entre tu lengua y la mía.
No puedo pensar, tampoco quiero hacerlo, porque he perdido el control sobre mí misma desde que te siento tan dentro que mis entrañas arden más fuerte que el mismísimo infierno. No pares, yo no me detengo, te prometo que no gritaré tu nombre cuando me corra, pero tampoco susurraré el suyo sin que me oigas. No tengo palabras, han abandonado mi garganta, y el placer domina mi cuerpo por completo mientras araño tu espalda y muerdo tu cuello.
No sé qué música suena, si es rock o metal. Solo tengo oídos para la melodía que forman nuestros acelerados gemidos que rozan el orgasmo hasta alcanzarlo.
Tiemblo, notando cómo tu semen me quema dentro y, mientras busco tus labios, te aferro a mi cuerpo recordando, en este maldito momento, que prometí entregar mi corazón a quien me arrancase las bragas mientras sonase “Never Never” de Korn y que jamás podré hacerlo porque mi corazón habita muy lejos de mi cuerpo.
Te abrazo, eso sí puedo hacerlo, y me muerdo las lágrimas hasta caer vencida por el sueño."
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